Los golpes de calor y la deshidratación son dos síntomas que pueden ocurrir con más frecuencia en verano, dos síntomas que, normalmente, suelen afectar más a las personas mayores. Es por eso que durante la época estival hay que prestar especial atención a nuestros mayores para que estos no sufran los síntomas de la deshidratación.
La importancia de estar hidratados en verano
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, también conocida como SEGG, recuerda de manera insistente la importancia de que los mayores estén bien hidratados y beban agua de manera constante.
En este grupo de personas, los riesgos de deshidratación en épocas de calor es mucho mayor, ya que a medida que envejecemos la porción de agua en nuestro organismo es mucho menor, haciendo necesario y prácticamente obligatorio la ingesta de líquidos para poder repararla, y así no sufrir un cuadro de deshidratación, ni de descomposición orgánica. Para conseguir esa hidratación adecuada es necesario que los mayores sigan una serie de pautas que les ayuden a ingerir el suficiente líquido para no notar en exceso los efectos de las altas temperaturas.
- Como es habitual, se recomienda un consumo de agua diario que ronde entre 1,5 y 2 litros.
- Lo ideal es beber un vaso de agua como mínimo en cada comida, y sobre unos 4 ó 5 entre medio de éstas a lo largo del día. Se aconseja que durante las comidas no se exceda la ingesta de agua por encima de 1,5 vasos, ya que esto provoca saciedad y llenado gástrico.
- Es importante beber agua durante todo el día, pero hay que hacer un especial esfuerzo en beber más por la mañana y por la tarde e ir evitando una mayor toma de agua cara la noche, para evitar problemas de incontinencia nocturna.
- En el caso de qué agua tomar, es mejor recurrir a una sin gas, a no ser que, para evitar dispepsias se prescriba agua con gas.
- El agua no debe ser muy rica en minerales, ya que ésta puede provocar desequilibrios hidroelectrolíticos y descompensaciones en patologías como, por ejemplo, la hipertensión arterial.
- Para conseguir la cantidad óptima de líquidos no es necesario hacerlo únicamente a través del agua. Zumos, leche, infusiones, sopas… pueden hacer el mismo papel que el agua y aportar al organismo el grado óptimo de hidratación.
- Durante el verano, frutas como las fresas, la sandía y el melón, ayudan también a incorporar líquidos al organismo.
- Las bebidas isotónicas, siempre que no superen el 12% de hidratos de carbono, también están recomendadas.
En definitiva, el agua es un bien de primera necesidad pero, cuando se habla de personas mayores, el agua se convierte en un nutriente esencial para mejorar su salud ya que realiza un aporte de micronutrientes en forma de minerales, como el flúor, el calcio y el fósforo, y de electrolitos, como el sodio, el potasio y el cloro.