Todas las personas pueden experimentar en algún momento de su vida declives en su estado de ánimo, ira o ansiedad. Sin embargo, esto no siempre está asociado a un trastorno psicológico profundo como muchos creen. Un buen ejemplo lo constituyen los ataques de pánico, que se asocian con el trastorno de pánico, pero que no necesariamente conducen a este diagnóstico.
¿Qué son los ataques de pánico?
Los ataques de pánico con episodios repentinos de miedo intenso, aunque no haya un peligro real aparente. Mientras ocurren, detonan síntomas físicos graves como taquicardia o palpitaciones, falta de aliento, sudoración, temblores, náuseas, dolor de cabeza y en el pecho. Estos pueden ir acompañados de entumecimiento, hormigueo, sensación de irrealidad, miedo a perder el control e incluso pensamientos de muerte.
Y, aunque ciertamente los ataques de pánico no ponen en riesgo la vida de quien los experimentan, sí pueden afectar su calidad de vida. Dado su carácter imprevisible, estos pueden ocurrir en ocasiones importantes en el trabajo, la escuela, una reunión familiar, etc. Por ende, muchas personas pueden vivir con un miedo constante de que vuelvan a ocurrir, lo que, a largo plazo, deteriora su salud mental.
¿Por qué ocurren los ataques de pánico?
La causa concreta de los ataques de pánico aún se desconoce. De hecho, hasta ahora la idea más aceptada es que pueden ocurrir sin advertencia, en cualquier momento, sin que haya un factor detonante de por medio. Sin embargo, los estudios muestran que se relacionan con factores genéticos, cambios cerebrales, exposición a estrés, así como la vulnerabilidad a este y a las emociones negativas.
Por lo general, los ataques de pánico empiezan a ocurrir al final de la adolescencia o en la adultez temprana. También se ha observado que las personas que atraviesan situaciones traumáticas, como abuso, maltrato físico o un accidente grave, parecen tener mayor riesgo de experimentarlos. Además, el consumo prolongado de tabaco o cafeína también pueden influir en su aparición, por lo que se desaconsejo.
¿Cómo controlar los ataques de pánico?
A pesar de su carácter impredecible, existen técnicas, terapias y medicamentos para controlar los ataques de pánico. Las opciones son variadas, pero no todas se ajustan a todos los casos. Estas abarcan desde técnicas de relajación hasta intervenciones farmacológicas. Sin embargo, estas últimas deben ir siempre recetadas por un especialista que haya hecho una evaluación previa del caso.
Respiración profunda
Uno de los síntomas de los ataques de pánico es la hiperventilación. Por lo tanto, aunque suene difícil, practicar la respiración profunda y consciente es una buena forma de empezar a controlarlos. Y si bien esto puede ser útil mientras ocurre el episodio, es importante practicarla de forma rutinaria; así no solo será más fácil aplicarla cuando sea necesario, sino que podría ayudar a llevar una vida más relajada.
Practicar mindfulness
Muchas veces, los ataques de pánico llevan a las personas a situaciones irreales que las hace percibir peligros, aunque no los haya. Una buena forma de aprender a controlarlos es practicando mindfulness, una técnica que consiste en mantener la mente en lo que ocurre en el presente; desde la sensación de estar de pie hasta la percepción de la respiración. Así, es posible volver a conectarse con la realidad.
Técnicas de relajación muscular
Durante un ataque de pánico, el cuerpo puede tensarse debido a la variedad de síntomas físicos que detona la sensación de miedo intenso. Pero, al igual que lo hace la respiración profunda, las técnicas de relajación muscular pueden ayudar a controlar la respuesta del cuerpo. Se puede empezar relajando partes puntuales más fáciles de controlar y poco a poco ir avanzando hasta controlar la reacción.
Muchas de las técnicas para controlar los ataques de pánico se pueden implementar sin apoyo. Aún así, una vez que ocurre un episodio de este tipo, es importante acudir a un psicólogo o psiquiatra para indagar en sus posibles causas. Esto no solo podría ayudar a aliviar el estrés, sino que también podría conducir a la opción más eficaz para controlar el problema a largo plazo.