Al principio pudiera ser complejo adentrarse en el mundo de ese niño y es por eso, que aunque actuar con celeridad puede evitar trágicos resultados, también puede revertirse, pues tanto víctima como victimario están inmersos en un mundo que el exterior desconoce. Es por ello que la observación en caso de sospechar maltrato infantil, es fundamental por parte de un primer externo al núcleo familiar, como lo puede ser el centro educativo, y más específicamente sus maestras o profesores.
Según datos específicos por comunidades, ofrecidos por primera vez por el Ministerio de Sanidad de España, en el año 2017 se dio a conocer un informe que respondía al año 2016, donde se detectaron 13.818 menores víctimas de 17.149 tipos de abuso. En 8.088 casos el maltrato infantil fue declarado como leve o moderado, en 5.730 casos fue grave.
Indicadores que manifiestan los niños ante el maltrato
Existen varios indicadores que pueden ser parte de esta evaluación por parte de los profesores para empezar a adentrarse dentro de esta dinámica destructiva que está viviendo el niño. La primera es detectar si existe algún indicador a nivel físico, por ejemplo: golpes, quemaduras con objetos domésticos o cigarrillos, dolores corporales, moretones, fracturas en nariz, y cualquier síntoma de violencia. Preguntar será una dura tarea pero al menos previene al niño de que sus heridas están generando inquietud.
Otro indicador para detectar maltrato infantil es en su comportamiento. Cuando los niños tienden a ser violentos o agresivos, presentan hiperactividad, trastornos del sueño, aislamiento e incluso resistencia a quitarse la ropa para bañarse, el infante se encuentra ante una grave situación que pudiera terminar en maltrato. Este tipo de comportamiento será mucho más difícil de atacar porque suelen distraer y acuñarse a comportamientos propios de la niñez, cosa es que es falso. Cada acto en un niño está plenamente justificado.
En el caso de que sus síntomas sean emocionales, manifestando continua tristeza, llanto sin aparente justificación, miedo o frustración, se está ante una especie de maltrato infantil que deberá ser remitido inmediatamente a un terapeuta. Para hacerlo deberá tener el consentimiento de sus padres, pero si al sospechar que es uno de ellos el victimario, el plantel deberá proceder a un protocolo de mucho cuidado para no agravar la situación de maltrato.