El nivel de afectación de este problema de salud mental varía y puede alcanzar estadios muy severos que impidan a la persona desarrollar una vida normal. De hecho, la propia Organización Mundial de la Salud incluye el TOC en la lista de enfermedades más incapacitantes.
Y no hay que tener en cuenta solo las consecuencias de este tipo de trastornos a nivel personal, laboral y social. También hay que valorar que se trata de un problema de salud mental mucho más común de lo que nivel popular se cree, ya que su prevalencia se sitúa en torno al 2 %, según algunos estudios.
¿En qué forma altera un TOC la vida del enfermo?
El tratamiento precoz es fundamental para controlar el desarrollo de este tipo de trastornos, cuyas causas no se conocen exactamente, aunque sí se sabe que existe un componente genético. Ese tratamiento pasa por la administración de ciertos fármacos y también por la psicoterapia o por la combinación de ambos.
Un TOC puede complicar la vida a la persona que lo sufre hasta extremos difícilmente soportables. De hecho, puede llegar a impedir realizar actividades cotidianas, alterar la interacción social y las relaciones y generar rechazo entre aquellos que ignoran que se trata de un problema de salud mental.
De manera muy genérica, los aspectos en los que un TOC deteriora la calidad de vida del paciente se manifiestan en apartados muy diferentes:
– Pérdida de tiempo: la compulsión propia de un TOC y la reiteración de acciones ocupan buena parte del día a día del enfermo. Y es un aspecto que repercute en todos los ámbitos de la vida, restando tiempo al ocio, el descanso o el trabajo.
– Aislamiento: por un lado, este tipo de trastornos generan ansiedad y temores que pueden acabar haciendo que el enfermo rechace la realización de acciones cotidianas. Por otro lado estaría la incomprensión del entorno del enfermo, lo que deriva en dificultades de integración.
– Problemas de salud: en ocasiones, un TOC puede derivar en que la persona rechace acudir a un centro sanitario cuando padece una enfermedad o se niegue a recibir tratamiento por miedo al contagio o a los efectos secundarios.
– Rigidez: este aspecto se manifiesta en otros muchos, desde un excesivo grado de perfeccionismo y responsabilidad a una baja tolerancia a la incertidumbre que impide adaptarse a imprevistos. Son consecuencias del TOC que afectan de manera especial en el ámbito laboral.
Cómo actuar ante un caso de TOC
Cuando en el entorno familiar una persona muestra síntomas de TOC, lo aconsejable es no pasarlo por alto. Lo que para muchos no son más que manías inexplicables, esconden realmente un problema de salud mental muy serio que no suele resolverse por sí solo, pero sí agravarse.
El diagnóstico precoz es la clave para iniciar un tratamiento que consiga poner límite al TOC y conseguir que la persona recupere un buen nivel de la calidad de vida o evite que este se deteriore con rapidez si la enfermedad está todavía en sus primeras manifestaciones. Atención profesional temprana y comprensión por parte del entorno son los dos pilares fundamentales para superar estos trastornos.
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