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Las ventajas de un acogimiento familiar de menores

Esa tutela efectiva es una de las diferencias entre el acogimiento familiar de menores respecto de la adopción. Otra es que los niños no siempre pierden la relación con su verdadera familia, de hecho, en ocasiones son familiares cercanos quienes se hacen cargo de ellos. Por otra parte, es importante tener en cuenta que la duración del acogimiento (simple o permanente) dependerá de cada menor según su situación.
 
A pesar de ese carácter de temporalidad, los beneficios del acogimiento familiar de menores son muchos, no solo para los niños, también para las familias de acogida.
 
 
Cómo beneficia el acogimiento familiar a los niños
 
 
Son, sin duda, los grandes beneficiados, porque, al fin y al cabo, el acogimiento familiar de menores es un sistema creado para su protección en circunstancias de vulnerabilidad. Los más pequeños necesitan un fuerte apoyo emocional para desarrollar su personalidad. Necesitan también cariño y un ambiente en el que se sientan queridos y arropados. La familia es el entorno idóneo para ello.
 
Además, gracias al acogimiento familiar de menores, los niños son capaces de adquirir unos valores más profundos de respeto, de tolerancia y de convivencia. Y también desarrollan habilidades comunicativas, esenciales en las relaciones sociales y la integración social. Por supuesto, no quedan cubiertas solo sus necesidades afectivas, también todas aquellas relacionadas con su educación, su salud e incluso con el ocio y tiempo libre.
 
Así, el acogimiento familiar de menores se convierte en esencial para el crecimiento de los niños como personas únicas. En la mayoría de los casos, por otra parte, es la forma de reparar daños profundos consecuencia de situaciones traumáticas que han experimentado en su corta vida. Son daños que no se aprecian a simple vista, pero que pueden dejar una huella profunda si no se tratan a tiempo. El cariño y la atención son a veces la mejor medicina.
 
 
La familia de acogida también se beneficia
 
 
Los beneficios del acogimiento familiar de menores se extienden también a las familias de acogida. En estos programas todos los que participan, todos, crecen gracias a una experiencia que es enriquecedora en muchos sentidos. Para quienes acogen, es la oportunidad de transmitir todos esos valores que consideran importantes y de ofrecer de forma incondicional atención a quienes más lo necesitan.
 
Aquellos que entran a formar parte de programa de acogimiento familiar a menores saben que a cambio de su esfuerzo van a obtener el reconocimiento social. Pero la mayor satisfacción es saber que están ayudando a quienes más lo necesitan y que serán esos niños los que les ofrezcan el mayor regalo: su aceptación y su cariño.
 
Por supuesto, para entrar en un programa de acogimiento familiar de menores es imprescindible pasar un riguroso proceso de selección. El objetivo es garantizar que los niños van a encontrar un entorno adecuado en el que desarrollarse mientras dure la acogida.
 
Son los servicios sociales de cada comunidad los que se encargan de este proceso, en el que se valoran aspectos socioeconómicos, grado de compromiso y estabilidad, flexibilidad para dedicar tiempo al niño y capacidad para relacionarse con la familia del menor y aceptar la separación de él cuando llegue el momento.  
 
Por otra parte, las administraciones realizan un seguimiento estricto y ofrecen todo el apoyo necesario (también económico) para que ese acogimiento familiar de menores cumpla su único objetivo: la protección y el desarrollo integral de los niños.
 
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