El síndrome de Tourette ha sido representado en diferentes manifestaciones de la cultura popular. Y aunque en el pasado pocos sabían de su existencia, hoy muchos están en capacidad de identificarlo. Ahora resulta indispensable promover la concienciación respecto a este y otros trastornos comunes. De este modo, será más fácil recopilar datos que permitan comprenderlo con mayor detalle.
Por el momento, sus causas no están bien identificadas, aunque hay factores que aumentan el riesgo. Sin embargo, sus síntomas parecen bastante claros y, por fortuna, en muchos casos pueden resolver sin necesidad de tratamiento. En caso contrario, existen carreras profesionales dirigidas a formar a personas para hacerlas capaces de proporcionar la atención adecuada en estos casos.
¿Qué es el Síndrome de Tourette?
El síndrome de Tourette es un trastorno caracterizado por esos movimientos y sonidos involuntarios, repentinos y repetitivos que solemos llamar tics. Para quienes los padecen, estos resultan muy difíciles de controlar, lo que puede repercutir en su comunicación con otros. Los primeros síntomas suelen aparecer entre los 2 y 15 años de edad, pero muchos aprenden a controlarlos a los 10 años.
Síntomas del Síndrome de Tourette
El principal síntoma del síndrome de Tourette lo constituyen los tics. Podemos definirlos como movimientos o sonidos repentinos, breves y repetitivos (o intermitentes). Sin embargo, su intensidad varía drásticamente entre un individuo u otro y, por ende, también el impacto sobre su calidad de vida e interacciones. De acuerdo con ello, los tics se pueden clasificar en simples y complejos.
También se han identificado tics motores (es decir, que involucran movimientos) y tics vocales (que implican la emisión de sonidos); ambos grupos se subdividen a su vez en tics simples y complejos y forman parte del espectro del síndrome de Tourette. Vale destacar que los tics motores suelen aparecer antes que los tics vocales, pero su ocurrencia varía drásticamente.
Tics simples y complejos
Los tics simples son aquellos movimientos repentinos, breves y repetitivos que involucran un número limitado de grupos musculares. Entre ellos, parpadear con frecuencia, sacudir la cabeza, encoger los hombres, mover los ojos de un lado a otro de forma repentina; asimismo, hacer muecas o movimientos drásticos con la boca, o retorcer la nariz como haciendo gesto de enojo.
Por su parte, los tics complejos siguen patrones diferentes; suelen ser más complejos, más coordinados y además involucran varios grupos musculares. Destacamos el acto de tocar u oler objetos de forma repentina; copiar los movimientos de otros y repetirlos; caminar siguiendo un patrón muy específico; hacer gestos obscenos; e inclinarse, girar o saltar enérgicamente.
Relación con otros trastornos
Ahora bien, está claro que los síntomas del síndrome de Tourette suelen diferir de una persona a otra, tanto en forma como gravedad. Sin embargo, los datos recolectados hasta ahora sugieren que la mayoría los experimenta de forma leve. De hecho, estos pueden tratarse y, en algunos casos, ni siquiera llega a ser necesaria una intervención puesto que estos no intervienen con la calidad de vida.
Lo que sí es importante destacar es que el síndrome de Tourette puede hacer presencia simultánea con otros trastornos. Entre ellos, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH/TDA); la impulsividad y el desafiante de oposición; la conducta obsesiva compulsiva y trastornos de desarrollo del aprendizaje. Por lo general, estos casos parecen estar vinculados con otros trastornos en la familia.
Causas del Síndrome de Tourette
Aunque los síntomas están bien identificados, las causas del síndrome de Tourette siguen siendo inciertas. Los investigadores creen que surge como consecuencia de la combinación de factores genéticos y ambientales. Asimismo, algún tipo alteración de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina pueden jugar un papel en su desarrollo. Sin embargo, se han identificado un par de factores de riesgo.
Antecedentes familiares
Como ya mencionamos, cuando un miembro de la familia padece el síndrome de Tourette, aumenta el riesgo de que otro también lo desarrolle. Y no solo este síndrome específico, sino también otros caracterizados por la presencia de tics. Por ejemplo, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y los problemas de manejo de la ira, entre otros previamente mencionados.
El sexo
Los estudios también sugieren que la prevalencia del síndrome de Tourette es mayor en el sexo masculino que en el femenino. De hecho, las estadísticas muestran que los hombres tienen entre tres y cuatro veces más probabilidades de desarrollarlo en comparación con las mujeres. Las razones de ello todavía se desconocen, pero es probable que descubrirlas ayude a comprender el síndrome con mayor profundidad.